[Harp-L] Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias Review 1
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- Subject: [Harp-L] Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias Review 1
- From: Robert Bonfiglio <bon@xxxxxxxxxx>
- Date: Sun, 1 Apr 2007 18:54:31 -0400
Following my Kennedy Center Debut with the National Symphony
Orchestra, a Lincoln Center performance, my Pittsburgh Symphony Debut
and my Orchestre Symphonique de Quebec Debut, I just performed with
the Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias - see review below
- can anyone help translate the part about the harmonica?
Harmonically yours,
Robert Bonfiglio
http://robertbonfiglio.com/main
03/23/2007
AVILÉS
Velada de contrastes
La c (OSPA) ofreció, en la tarde del jueves, un concierto en el que
la formación estuvo más inspirada que nunca. Al filo del escenario,
dejó huella el director asturiano Pablo González, el provocador de
esa sintonía a la que la orquesta respondió felizmente subyugada y en
un programa donde mandó el sinfonismo postromántico. Por un lado, la
naturaleza descriptiva y emocional de Jean Sibelius y en la segunda
parte, antes de un nuevo trance en el que, desde la pluma de Richard
Strauss, volvieron a hermanarse la música y la muerte, llegó un
virtuoso «dandy» de la armónica: Robert Bonfiglio, quien interpretó
la parte solista del Concierto para armónica de Heitor Villa-Lobos.
La aparición de Bonfiglio no dejó indiferentes. El armonicista se
presentó con desparpajo tras una interpretación versátil y agotadora
del Concierto. Con pocos momentos de calma y respiración, el solista
articuló magistralmente el sonido, a través de la garganta, la lengua
o los labios, activando manualmente el «vibrato», agitándose en los
pasajes herederos de la «saudade» que inspiraron, entre otras músicas
populares, a Villa-Lobos. En suma, Bonfiglio sacó un partido
inconcebible a un instrumento que bien cabe en la palma de una
mano.Y, tras la interpretación oficial, llegaron los pequeños blues a
modo de «bises», donde la armónica suena como en ningún otro estilo;
teniendo en cuenta que otros compositores contemporáneos de la mal
denominada «música culta» repararon también en ella, como Darius
Milhaud o Malcolm Arnold, quienes le dedicaron páginas sinfónicas.
Quizás la impronta de Colin Davis, considerado uno de los mejores
«traductores» de la música de Sibelius, calara en Pablo González
cuando el asturiano se convirtió en director asistente de Davis y de
la Sinfónica de Londres, tras obtener el premio «Donatella Flick» en
el año 2000. González resaltó cada resquicio expresivo con gusto y
claridad, llevando a la OSPA hacia los climas de culpabilidad e
inocencia que desbordan el «Pelléas et Mélisande». La «escena»
segunda, que encarna a la enigmática heroína, hizo contener la
respiración a más de uno.
La complejidad que entraña Richard Strauss es otra. Las ideas
extramusicales que al heredero de Wagner le sirvieron para inspirar
su música han de ir de la mano de un planteamiento formal. Strauss
vivió en el epicentro la controversia popular, dividida entre los
defensores de las formas clásicas y los innovadores que huían de las
ataduras compositivas. Strauss navegó entre ambos mares. Así, Pablo
González llevó el timón de la OSPA, por la «Muerte y transfiguración»
que proyectara Strauss a las puertas del siglo XX. El elenco de
instrumentistas, ahora al completo y con la participación de los
estudiantes del Postgrado de Análisis e Interpretación Musical,
transportó al público por una agonía dramática, sobre la que
arrancaron complicadas entradas llevadas con dificultad por algunas
secciones y que representan los recuerdos del moribundo.
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