[Harp-L] Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias Review 1




Following my Kennedy Center Debut with the National Symphony Orchestra, a Lincoln Center performance, my Pittsburgh Symphony Debut and my Orchestre Symphonique de Quebec Debut, I just performed with the Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias - see review below - can anyone help translate the part about the harmonica?


Harmonically yours,

Robert Bonfiglio
http://robertbonfiglio.com/main


03/23/2007


AVILÉS

Velada de contrastes

La c (OSPA) ofreció, en la tarde del jueves, un concierto en el que la formación estuvo más inspirada que nunca. Al filo del escenario, dejó huella el director asturiano Pablo González, el provocador de esa sintonía a la que la orquesta respondió felizmente subyugada y en un programa donde mandó el sinfonismo postromántico. Por un lado, la naturaleza descriptiva y emocional de Jean Sibelius y en la segunda parte, antes de un nuevo trance en el que, desde la pluma de Richard Strauss, volvieron a hermanarse la música y la muerte, llegó un virtuoso «dandy» de la armónica: Robert Bonfiglio, quien interpretó la parte solista del Concierto para armónica de Heitor Villa-Lobos.



La aparición de Bonfiglio no dejó indiferentes. El armonicista se presentó con desparpajo tras una interpretación versátil y agotadora del Concierto. Con pocos momentos de calma y respiración, el solista articuló magistralmente el sonido, a través de la garganta, la lengua o los labios, activando manualmente el «vibrato», agitándose en los pasajes herederos de la «saudade» que inspiraron, entre otras músicas populares, a Villa-Lobos. En suma, Bonfiglio sacó un partido inconcebible a un instrumento que bien cabe en la palma de una mano.Y, tras la interpretación oficial, llegaron los pequeños blues a modo de «bises», donde la armónica suena como en ningún otro estilo; teniendo en cuenta que otros compositores contemporáneos de la mal denominada «música culta» repararon también en ella, como Darius Milhaud o Malcolm Arnold, quienes le dedicaron páginas sinfónicas.



Quizás la impronta de Colin Davis, considerado uno de los mejores «traductores» de la música de Sibelius, calara en Pablo González cuando el asturiano se convirtió en director asistente de Davis y de la Sinfónica de Londres, tras obtener el premio «Donatella Flick» en el año 2000. González resaltó cada resquicio expresivo con gusto y claridad, llevando a la OSPA hacia los climas de culpabilidad e inocencia que desbordan el «Pelléas et Mélisande». La «escena» segunda, que encarna a la enigmática heroína, hizo contener la respiración a más de uno.

La complejidad que entraña Richard Strauss es otra. Las ideas extramusicales que al heredero de Wagner le sirvieron para inspirar su música han de ir de la mano de un planteamiento formal. Strauss vivió en el epicentro la controversia popular, dividida entre los defensores de las formas clásicas y los innovadores que huían de las ataduras compositivas. Strauss navegó entre ambos mares. Así, Pablo González llevó el timón de la OSPA, por la «Muerte y transfiguración» que proyectara Strauss a las puertas del siglo XX. El elenco de instrumentistas, ahora al completo y con la participación de los estudiantes del Postgrado de Análisis e Interpretación Musical, transportó al público por una agonía dramática, sobre la que arrancaron complicadas entradas llevadas con dificultad por algunas secciones y que representan los recuerdos del moribundo.







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